
Cuando la cuarentena comenzó en Colombia y todos tuvimos que encerrarnos en nuestras casas, les pedí a mis alumnos de los talleres de escritura creativa que me contaran algunas de las cosas peculiares que les hacían sucedido o que les pasaban por la cabeza durante los primeros días del Coronavirus en el país. Desde Armenia, Pereira, Cartagena, Bogotá, Barranquilla, Medellín y Manizales, estas fueron algunas de sus respuestas:
¿Qué es lo mas peculiar que te ha sucedido desde que comenzó la pandemia por COVID19?
- Nunca había tenido que hacer fila guardando un metro de distancia para ir a mercar y nunca me habían mirado feo por comprar dos quesitos y un tarrito de café instantáneo. Cosas que pasan en cuarentena. (Jerónimo Manrique, Manizales)
- Tengo un vecino bastante particular; cuando la gente sale a los balcones y ventanas a aplaudir él sale con una cacerola a gritar, a todo pulmón: ¡Qué viva el tusi, Pablo Escobar y la feria de las Flores! No ha faltado un solo día, creo que va a ser extraño el día que no salga. (Juan Pablo García, Medellín)
- Mi teléfono ya no tiene más capacidad de almacenamiento. Entre las nuevas 300 canciones que he descargado, más las 3 aplicaciones instaladas, siempre tengo ese irritante letrerito muy poco espacio disponible, y ahora sé lo que es el arrepentimiento porque mi pereza no me dejaba ir a comprar una memoria para este cacharro. (Juliana Ramírez, Manizales)
- Descubrí que Mi casa es un lugar mágico, maravilloso. (Mónica Colorado, Manizales)
- Acepté qué me gusta la rosa de Guadalupe 😂 (Cristina Valencia, Medellín)
- El vecino del edificio de enfrente sale a broncearse en camisa elegante y calzoncillos. Se sienta en un murito que sobresale de su ventana (adentro) y extiende las piernas, como si fuera un gato o una joven en la playa coqueteando. (María Alejandra Roa, Bogotá)
- Nunca pensé que bajar a la ‘manguita’ de la unidad me iba a parecer el MEJOR PLAN DEL MUNDO (Natalia Gutiérrez, Medellín)
- Por tercera o cuarta vez en la vida he vuelto a aprender a hacer arroz 🍚. Espero no volverlo a olvidar. (Adriana Márquez, Medellín)
- Le echo alcohol a la cabrilla del carro, a las bolsas del mercado, a mi bolso, a los zapatos… (Sandra Ospina, Medellín)
- Acosté a mi mamá a tomar el sol en el balcón y le leí un cuento, al final hicimos una reflexión sobre el mismo. (Sara María Ramírez, Medellín)
- Bajo en el ascensor a la tienda de la unidad y trato de respirar muy poco mientras desciende y, allá en la tienda, cojo los billetes solo con dos dedos y los productos, pocos porque ya merqué, los tomo en una sola mano… ¡Y al llegar, a limpiar y lavar manos! (Héctor Cano, Medellín)
- Lavo platos todo el hijueputa día (María Angélica Villegas, Medellín)
- No me acordaba que la casa era tan desagradecida (estoy siempre lavando baños, barriendo y trapeando) (Paola Herrera, Medellín)
- Mi primera palabra del día es Gracias. (Luz Adriana Cano, Medellín)
- Me pongo camisas para las videollamadas del trabajo pero con pantalones cortos o el pantalón de la pijama. Me divierte pensar que los jefes y/o clientes están igual al otro lado de la pantalla. (Juan Pablo García, Medellín)
- Soy la única que sale del apartamento y hoy que salí del ascensor encontré un carro fúnebre en el parqueadero. Me puse a esperar un buen rato para ver cómo iban a bajar el ataud, ¡me podía el chisme! (Liliana Henao)
- Estoy dedicado a pinchar todos mis discos, uno por uno, y a preguntarme por qué los compré. Las respuestas y recuerdos sorprenden, como si estuviera descubriendo los pasillos internos de mi propia mente y los rincones menos transitados de mi subconsciente. Y son mucho más agradables de lo que esperaba, honestamente. (Paul Contreras, Bogotá)
- Mi hija menor ha iniciado un reto: «24 hrs en un mismo lugar». Armó un fuerte en la sala y hace todo ahí. Creo que no tiene claro el concepto de 24 horas porque lleva en esas ya tres días. Sospecho que está practicando su propia versión de aislamiento social. (Mónica Villamil, Barranquilla)
- Gracias a mi hermano menor descubrí que si estoy muy estresada puedo descargarme jugando videojuegos donde tenga que matar muchas personas, mientras le grito insultos a la pantalla. (Catalina Barceló, Barranquilla)
- He buscado recetas con la esperanza de que exista algo muy » divertido» para que mi hijo coma brócoli, el papá le trajo cantidades industriales de «arbolitos» y aún siguen siendo un bello bosque pero dentro de la nevera… (Diana Lozada, Armenia)
- Repaso un curso virtual de batería, sin batería. (Lina María Ospina, Armenia)
- Mi cama en estos momentos es mi escritorio, mi comedor, mi biblioteca, mi oratorio. Ahí trabajo y luego se quedan los libros, libretas y computador a un lado mientras duermo. (Leide Cueto, Cartagena)
- No me he atrevido a hablar en cámara con mi hermana, que es enfermera en Barcelona, por temor al contagio (positiva para Covid 19) ¡Qué paranoia! (Julio César Tous, Cartagena)
- Lavé el balcón con mi mamá y nos pusimos a cantar. Cuando terminamos nos aplaudieron los vecinos. (Angélica Santamaría, Barranquilla)
- Ahora se ha vuelto tradición que todas las noches, luego de cenar, nos quedemos los 4 escuchando un tipo de música. Por ejemplo, ayer mi papá quería escuchar la “voz de las antillas” pero se encontró con que ya no la dan. Nos tocó escuchar Bob Marley. (Natalia Baños, Cartagena)
- He lavado todas mis matas, hoja por hoja, flor por flor, con agua y jabón y bicarbonato. Acabo de descubrir que no sé ni para que lo hago, mi hija me acaba de decir: «¿y si tú te mueres qué hacemos con esas matas? yo las riego pero no las lavo 😒» (Paola Parada, Bogotá)
- Estoy pensando seriamente en cortarme el pelo yo misma. (Isabel Yepes, Bogotá)
- Me diseñé una pistolita cargada con alcohol para dispararle a quienes vienen y se creen inmunes. No me interesa si estaba en su casa, si no ha salido, si estamos en el campo, si eso por aquí no se ve… si pasan la puerta les disparo alcoholcito. (David Sierra, Bogotá)
- Mirar hacia la ventana de uno de mis vecinos y ver unas manos como pidiendo ayuda, llamar a mi esposo asustada, estar a punto de llamar a la policía, hasta darnos cuenta que son solo unos guantes puestos en una posición extraña (Natalia Gómez, Medellín)
- No quiero volver a salir, soy muy feliz en mi casa y me gusta tener a todas mis personalidades juntas en mi casa con mi familia. (Claudia Hernández, Medellín)
- Mi hermano está de cumpleaños hoy. Presencié mi primera fiesta sorpresa por video llamada hace unas horas. Mañana presenciaré la segunda, será el turno de un compañero del trabajo. (Juan Pablo Moreno, Medellín)
- He cambiado el escritorio unas seis veces de lugar. Unas mirando hacia el humedal, otra hacia la pared, otra en la mitad del estudio. Me cansé de estar doce a veces hasta catorce horas teniendo en frente el mismo paisaje. (Natalia Quintero, Bogotá)
- Maté la mitad de las suculentas de la casa. Nunca había tenido suculentas, y yo muy bien intencionado les eché agüita que pa que comieran, y esas muchachas como que no podían tomar tanta agua, ahí se pusieron cafés como la mitad y me tocó hacerme el sorprendido. – veee mirá esto, qué habrá pasado que se están muriendo… fijo el coronavirus. (David Sierra, Bogotá)
- Recibí un domicilio de un pollo asado y tuve la grandiosa idea de echarle alcohol; desde la bolsa en la que venía hasta el cuero del pollo por si acaso, pero se me fue la mano. Fue casi incomible. Y lo tuvimos que combinar con crema de lentejas. (Carolina Olaya, Bogotá)
- El vecino fuma marihuana pero solamente lo hace cuando manda a la esposa a mercar. Cuando ella llega, él le dice que el hijo de los que viven abajo es el colmo y que hay que mandarle a la policía para que deje de fumar. (Juanita Mesa, Bogotá)
- El señor de la tienda me dijo que consiguiera una canasta para pasarme el mercado por el balcón. No pensé vivir esto en esta época. Y ya conseguí la canasta ¿alguien sabe dónde comprar la cabuya? (Sara Calle, Medellín)
- Aunque suene loco, me di cuenta que la crisis actual emociona una parte dentro de mí, como si después de ver tantas películas apocalípticas esa parte malvada hubiera quedado con ganas de vivirlas. Y sí, pienso que le hacen falta zombies a la pandemia. (Esteban Toro, Medellín)
- Descubrí que uno de mis vecinos es un artista, canta y toca la guitarra muy bien, hace dos días nos citó a un concierto de vallenato desde su balcón. Fue muy divertido ver cómo los vecinos sacaron sus poltronas a los balcones para escucharlo. (Rodrigo Orjuela, Bogotá)
- Estoy tomando lecciones de tango por internet, eso me llena de entusiasmo. Ahí voy interiorizando los movimientos. (Aracelly Varela, Pereira)
- Últimamente empecé a amenazar a los libros “Esta vez si te terminaré de leer” No sé si me toman enserio o en verdad debo dejar de cazar pispirispis y terminar la tesis. (María Angélica Patiño, Pereira)
- Aunque no sé quien es el joven que vive en el edificio del frente ya sé que el rojo es su color preferido, camina mientras habla por celular y usa una camisa de manga larga debajo de la pijama. (Ana Beatriz Acevedo, Medellín desde Italia)
- Al despertar en la mañana, luego de meditar y vestirme. Voy a saludar las matas y los duendes de las matas. Recorro la casa hablando con las cosas, los cuadros, los libros, la ducha, el jabón, los platos. (Luisa Mesa, Medellín)
¿Y a ti qué es lo más raro que te ha sucedido durante este año de pandemia?
Me han llegado más domicilios en unos pocos meses que, en mis 42 años de existencia, es increíble, pero lo más complejo ha sido reconocerme y reconocer al otro, aún ando en es búsqueda.
¡Muy ciertas ambas cosas, especialmente lo de los domicilios jaja!